Guía para propietarios: Cómo reducir hasta un 60% del IRPF por el alquiler de su vivienda

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Si es usted propietario de una vivienda en alquiler, según la normativa que regula la Ley del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF) puede disminuir hasta un 60% el IRPF de los rendimientos obtenidos por el alquiler de su propiedad, reduciendo así su carga fiscal.

¿Cómo funciona este incentivo fiscal?

Este beneficio está dirigido exclusivamente a propietarios particulares que alquilan sus viviendas como residencia habitual de sus inquilinos, quedando excluidos los alquileres de temporada o turísticos. Si su arrendamiento cumple con estos requisitos, podrá reducir un 60% de los rendimientos netos del alquiler en su declaración del IRPF.

¿Qué son los rendimientos netos del alquiler?
Se trata de la diferencia entre los ingresos brutos que usted recibe por el alquiler y los gastos deducibles asociados a la propiedad. Y aquí es donde la normativa fiscal le permite deducir una variedad de gastos que reducen considerablemente la base sobre la que tributa.

Entre los gastos que puede deducir, se encuentran:

• Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) y otras tasas municipales: Gastos obligatorios como la tasa de basuras o cualquier otro tributo local.
• Gastos de comunidad: Incluye tanto los pagos regulares como extraordinarios destinados al mantenimiento y mejora del edificio o urbanización.
• Gastos de reparación y conservación: Las reparaciones necesarias para mantener su propiedad en condiciones óptimas.
• Seguros de hogar: Tanto los seguros de daños como los seguros contra el impago de rentas.
• Honorarios profesionales: Si ha contratado los servicios de agencias inmobiliarias o de abogados para gestionar el arrendamiento.

El gran ahorro: la reducción del 60%

Una vez deducidos estos gastos, se obtiene el rendimiento neto de su alquiler. Si dicho rendimiento es positivo, podrá aplicar una reducción del 60% siempre que se trate de un arrendamiento de vivienda habitual. Esto implica que solo deberá tributar por el 40% del rendimiento neto, lo que supone un ahorro fiscal considerable.

Un ejemplo práctico:

Imagine que tras deducir todos los gastos, el rendimiento neto de su alquiler es de 10.000 euros anuales. Gracias a la reducción del 60%, solo deberá tributar por 4.000 euros. El resto queda exento, ayudándole a mejorar su rentabilidad.

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